De las muchas cosas que mi mamá me decía y aún recuerdo,
hay una que me ha resonado bastante en mi reciente y repitente soltería. Fue
hace algunos años, estábamos conversando en una reunión familiar mi mamá, una
tía y yo, cuando salió la pregunta clásica de la tía a la que apenas conoces y
ves cada diez años (si no son más):
-
Tía:
“¿Y cómo te va, hijito? Uy, yo te he visto
cuando estabas chiquitito, ya ni te debes acordar…” -y obviamente no te acuerdas, como
probablemente no te acordarás de tu tía al día siguiente.
-
Yo:
“No, tía, no me acuerdo… (sonrisa
condescendiente)”.
-
Tía:
“Mira lo grande que estás. ¿Y tienes
enamorada?”.
-
Yo:
“No, tía, todo tranquilo”.
Y entonces vinieron las
palabras sabias de mi madre:
-
“Uy,
mi hijita, para que este nene encuentre una enamorada que lo quiera
tanto como él se quiere a sí mismo… eso va a estar difícil”.
¿Y tienes enamorad@? |
Y así como a mi tía
(sinceramente no me acuerdo cuál de ellas era), olvidé esas palabras, y pasaron
años hasta que volvieran de la nada, para que me resuenen y me hagan darles mil
vueltas, como lo sigo haciendo desde hace unos meses. ¿Será que estoy condenado
a estar solo?
“Difícil” tal vez ha
sido. A mis 28 años acumulo la copiosa experiencia de cuatro enamoradas, número
ridículo en comparación a mis amigos y parientes cercanos. El parangón se hace
más grande si tengo en cuenta que de esas cuatro relaciones, solamente dos han
sido significativas en términos de tiempo: la primera de casi dos años y la
última de dos años y meses… y eso es todo. El “encontrar” ha estado bastante
flojo también. Tuve mi primera enamorada en el año 2004, la segunda en el 2005,
la tercera en el 2008 y la última en el 2012. Si quiero ser nerd podría buscar un patrón y predecir
que la siguiente pareja llegará en seis o siete años, para el 2018 o 2019 (ya
estamos 2015, ¡vamos, que sí se puede!).
¿Y ahora? |
Dejando de lado las
palabras de mi madre, siempre he pensado que las relaciones llegan en el momento
que deben, que no hay que buscarlas; sólo hay estar listo para cuando la
oportunidad llegue. En mi caso no sé si demoran para mí o pasé mucho tiempo sin
estar listo. Volver al mercado de los solteros es como ser deportado: retornas
por las buenas o por las malas, pero siempre enrumbado en el avión hacia “Solterolandia”. Puede ser un viaje
turbulento o bastante pacífico, dependiendo del momento de la deportación y
cómo lo digieras. Al principio te puedes sentir como los peruanos que vuelven
luego de diez o veinticinco años: recuerdas lo que era antes, cuánto ha
cambiado ahora y te sientes extraño en un entorno que no es el tuyo. La buena
noticia es que así como el “Perú es súper”,
terminas readaptándote a tu nueva situación, te familiarizas, de nuevo la
disfrutas y puede que ya no quieras volverte a ir; recuperas hábitos de soltero
o te generas nuevos para invertirlos en tu mayor tiempo libre (demasiado libre
y demasiado tiempo, a veces), contactas amigos (si es que te quedan) y
sobretodo que empiezas a estar contigo mismo, a pensar más en ti (y también es
que no te queda de otra).
Consejo de pata: sé el eterno soltero... o mantenlo oculto. |
Pasarán los días, los
chismes y comentarios se esparcirán acerca del nuevo individuo que vuelve al
mercado de los solteros. Aparecerán tus incondicionales amigos buscando
animarte, aparecerá ese amigo “gilero de chongo” que quiere llevarte a conocer
chicas-malas-que-hacen-cosas-buenas, y también las buenas amigas con las cuales
conversar, contar la historia y desahogar si lo necesitas. Si cometiste el
pecado capital de publicar formalmente (con cambio de estado de por medio) tu
relación en redes, te espera un buffet
de comentarios y preguntas como “¿qué
pasó?”, “tenemos que conversar”, “¿estás bien?”, “inbox, amiga”, “cuéntamelo
todo”, etc., etc., etc.
Después de la tormenta
siempre amanece y llegará el momento donde puedas recordar tu relación por las
cosas buenas que viviste, sonreír por cuánto aportó esa persona a tu vida y a
tu desarrollo, porque ya no eres la misma persona que empezó esa relación…
Llegará el día en que puedas valorar ser tu propia pareja, que tu mundo gire en
torno a ti y puedas seguir conociéndote, queriéndote y pasarla bien contigo
mismo para seguir creciendo; ser mejor persona, para ti y para alguien más,
cuando se dé. Estar con pareja es una experiencia única y enriquecedora (sí, lo
digo en un escenario ideal, nada de relaciones tóxico-intensas). Agradezco cada
una de mis
relaciones… y así también de bueno es estar en el mundo de los
solteros (de nuevo). Aquí también hay felicidad, hay amor, diversión; se
destaca la mayor libertad (libertinaje si se desea), cantamos “Hola Soledad”
sin acongojarnos y ulteriormente pretendemos romper con el mito de que para ser
feliz hay que estar con alguien y también cachetear a aquellos que dicen que no
“pueden” estar “solos”.
¿Relaciones tóxicas? No, gracias. |
Aún no le encuentro
respuesta ni significado a esa frase, tal vez mi mamá ni se acuerde pero haré
el intento de preguntarle. Tal vez el difícil sea yo, tal vez sí sea jodido
estar con alguien como yo y todo bien. Me reiré de ello, lo justificaré y como
buen hijo que se respeta “culparé” a mi madre porque que me “marcó” con su
frase, sobretodo por haberme dicho que me quiero mucho. ¡Bien jugado, mamá!
Bromas aparte, esta nueva etapa es una oportunidad para ver mi reflejo, para volver a conocerme y estar bien conmigo mismo. Cierro
esta entrada con una frase de Dostoievski, que en un sentido medio trágico pero
bien intencionado resume algunas bondades de estar con uno mismo, de ser feliz
por gusto, pasarla bien conversando con tu voz interior y siendo feliz para uno
mismo y –cuando sea el momento- compartir la felicidad con alguien más:
“Cuando me siento
feliz irremediablemente maúllo alguna melodía dentro de mí, como cualquier
hombre feliz que no tiene amigos, ni buenos conocidos, y quien en momentos
felices de la vida no tiene con quién compartir su alegría”.
Todo empieza por uno... |
P.S.:
Curioso lo que encontramos al tener tiempo con uno mismo. Muy bien mi hermano, sigue escribiendo y ¡ que viva la soltería ! Jajaja!
ReplyDelete