El Día del padre es el hermano menor del Día de las madres; el Luigi de Super Mario Bros. : está ahí, te acuerdas de él pero rara vez es más importante o más tomado en cuenta. Lo gracioso es que los padres, en su naturaleza de hombres, no se afectan ni se arañan si alguien no los saluda por su día.
En
mi época escolar, recuerdo que para el Día de las madres era la actuación, el
regalo, el poema y cualquier chuchería que la profesora hacía y te la daba para
hacer creer a las mamás que lo habías hecho con tus pequeñas y torpes manitas.
Para el Día del padre era por ahí algún
regalito y ya... No bailes, no actuación, un domingo más en el cual le decías a
tu viejo “feliz día, papá, ¿qué
vamos a almorzar?”. Los años transcurrieron, y los marketeros empezaron a explotar esta fecha también (“si amas a
papá, regálale…”) pero eso es otro tema.
En
todos los Día del padre, siempre, mi centro de atención ha sido mi papá. No
conocí a mis abuelos -aunque existe entre algunas mujeres de mi familia, el mito urbano de que muchas
cosas tengo de mi abuelo, como si parte de él estuviera en mí-. Por ende, no tuve
un papá postizo, mi viejo era mi viejo, el [único] paquete completo.
El
Día del padre más especial que recuerdo ocurrió en el 2012 y fue uno de los más
sencillos. No hubo un viaje a algún lugar exótico, tampoco un costoso almuerzo.
Sólo hubo una parrilla en casa, mi hermana, él y yo. Hasta la fecha es uno de
los momentos más familiares que haya sentido y vivido. Comimos, tomamos algunos
tragos y conversamos y conversamos; reímos mucho, escuchamos música, recordamos
anécdotas y disfrutamos de nuestro grupo de tres. La celebración nos duró hasta la
medianoche; ya un poco abatidos por el cansancio y por los numerosos chilcanos
de pisco, cada uno se guardó en su cama para darle la bienvenida al lunes. No
hubo palabras sentidas, ni muestras forzadas o exageradas de amor. Hubo
compañía, bienestar y mucho agradecimiento de parte de cada uno por estar en dicho
momento disfrutando los tres y creo que lo simple lo hizo memorable.
(... y papá). |
Últimamente me han preguntado mucho si soy padre y mi respuesta es la misma: “ni firmados ni sin firmar”. Antes me decía a mí mismo que no estaba listo para serlo, ahora sé que nunca estaré listo, sólo llega y para adelante. Mi sentimiento paterno es ahora, inexistente. Los bebés no pasan de ser personas pequeñas que babean, lloran y duermen, y verlos me despierta nada especial. No tengo ese “algo” de querer sujetarlos o cargarlos, simplemente no lo siento. Y a pesar de parecer descorazonado o insensible por no sentir ternura hacia ellos, confío que en alguna parte de mi ser está ese sentimiento paterno, sólo que sigue dormido y despertará el día que tenga a mi crío en mis brazos, el día en que la vida cambie y sea el momento de dejar de ser el único centro de mi propio universo. “La vida te cambia desde ese momento”, me decía con una sonrisa un amigo, cuyo único deseo es que llegue el final del día para ir corriendo a casa a jugar con su bebita. Seguramente que sí, así será y lo sabré cuando sea mi momento. Criarlos y verlos crecer debe ser más bonito que hacerlos, ¿verdad?
Siempre recordaré que he sido hijo antes de ser padre, y deseo emular todo lo
bueno que mi padre ha hecho conmigo. Entre tantas cosas, le agradezco el jamás
haberme dicho que no puedo lograr algo, el animarme a conseguir las cosas por
mí mismo, sin esperar a que alguien me las haga; por su confianza absoluta en
mí y por siempre pensar que puedo dar algo más; por respetar mis decisiones y
dejarme elegir las cosas que considerara mejor para mí, por respetar mi forma
de ser, no queriendo que yo sea como él quisiera; y sobretodo, por darme y hacer
lo mejor de sí, por ser mi papá. Y la lista podría continuar, al igual que si
hiciera una para mi mamá…
Siempre recuerda a esa persona que estuvo ahí para ti: tu papá |
“Mis hijos queridos, que los bendiga Dios…”
dice la canción de Oscar D’León; tal vez sea algo que todos los padres
quisieran para sus hijos. Cuando llegue el momento de convertir a mi papá en
abuelo, espero poder hacer con mi “cachorro” todas las cosas buenas que recibí
de mi papá. Tengo por seguro que él no quiere que sea como él –y yo tampoco lo deseo-,
él quisiera que sea la mejor persona que puedo ser. La mejor forma de
agradecerle por todo lo que me ha dado es siéndolo.
Feliz
día (muy atrasado), papás, especialmente al mío. ¡Gracias, papá!