Wednesday, September 9, 2015

Mi experiencia Vipassana (I)


"Hoy es el primer día del resto de tu vida", una frase que no comprendo bien pero que se me viene a la mente ahora que voy a escribir sobre esos diez días que pasé viajando hacia mi interior. Fueron diez días llenos de aprendizaje, de reflexión y de mucha paz, de esos momentos donde puedes mirar al cielo, sentir el aire en tu rostro y agradecer a la vida por estar en el aquí y el ahora. No llegué a conseguir la telekinesis que, entre bromas, comentaba con amigos, pero me llevé tantas cosas, las cuales iré recordando y ordenando conforme transcurran estas líneas.




Culminar mi primer curso de Vipassana fue la mejor experiencia que he tenido desde que me formé como coach. Fue tan significativa que puedo colocarla al mismo nivel de trascendencia e impacto en mi vida. Por momentos dudé en ir, pensaba en diez días aburridos, llenos de restricciones y falta de libertad. Felizmente, ya me había inscrito y había confirmado mi participación; ya había comentado a más de uno que desde el 5 hasta el 16 de agosto iba a estar inubicable. No había forma de echarme atrás. Citando a mi madre, me dije "vas porque vas" (razonamiento brillante).


Los días anteriores a mi partida los sentí con aroma de despedida, como aquellos días donde llegaba enero y sabía que me tocaba ir de viaje a pasar mi verano a los “Yunaites”; durante 6 años fue así… Llegó el ansiado día. Me desperté temprano para alistar mis maletas. Mi padre me ayudó comprando algunas cosas que me faltaban y antes de despedirse, me abrazó y me dijo que vaya y viva mi experiencia. Sabias palabras...


Y así partí hacia el punto de encuentro, cargando mi mochila, un maletín y una bolsa de dormir, la cual casi dejo olvidada en la fría acera de la Javier Prado, si no hubiera sido por un amable señor que cruzó la avenida casi corriendo para devolvérmela. Una movilidad nos iba a recoger a la 1:00 p.m.; sólo sabía que el curso era en algún lugar de Cieneguilla; no me importó saber más. El carro (que en realidad era un micro alquilado de la ruta Javier Prado - Cieneguilla) llegó tarde y acabamos partiendo cerca de las 2:00 p.m.. Como es ya mi costumbre al subir a un micro, me pasé todo el trayecto durmiendo y haciendo acrobacias para no golpearme contra la ventana o chorrearme por el asiento.





Al llegar vi una entrada que me hizo recordar a un colegio. El lugar era tranquilo; vi un número regular de personas, entre hombres y mujeres. Algunos socializaban y otros (como yo) fuimos directamente a la mesa de inscripción. Me tocó completar una ficha con mis datos y releer las reglas para los días del curso. Llené la ficha y fue momento de decirle "hasta luego" a mi celular (explicaré en breve el porqué); al terminar la inscripción, me dijeron que espere por instrucciones. Fui a mi cuarto asignado (el cual compartiría con tres personas más) y tiré mis bultos. No había más por hacer, así que me eché al pasto a mirar el cielo hasta quedarme dormido. No sé cuánto tiempo pasó (no uso reloj) pero después de una breve siesta a la intemperie, nos llamaron al comedor a escuchar instrucciones y a repetirnos las reglas.


Hora de decirle adiós a tu corazón tecnológico...


Una primera regla era permanecer sin contacto con el mundo exterior durante esos días. Sin televisión, sin radio, sin periódicos y, por supuesto, sin celular. La segunda regla a destacar era mantener el noble silencio durante el curso. ¿Qué es noble silencio? Evitar hablar. Esto incluye el no tener ningún tipo de comunicación con los otros participantes, ni siquiera hacer contacto visual o hacer gestos. Si te cruzas con alguien en el pasadizo, mantén la mirada neutra y dirigida hacia el piso. Comunicación cero. Mi lado antisocial me iba a servir de mucho. Piece of cake... La tercera regla es permanecer en el lugar durante los diez días de duración del curso y cumplir con los horarios. Es cierto que nadie te encadena o te amenaza para que te quedes. Eres libre de irte cuando quieras pero el curso termina al décimo día. 

¿Cómo son los horarios? Los días pueden resumirse en:

- Despertar (4:00 a.m.)
- Meditar (4:30 a.m.)
- Desayunar (6:30 a.m.)
- Descanso
- Meditar, meditar (8:00 a.m.)
- Almorzar (11:00 a.m.)
- Descanso y preguntas al profesor (los que deseen) (12:00 m.)
- Meditar, meditar, meditar (1:00 p.m.)
- Merendar (5:00 p.m.)
- Meditar (6:00 p.m.)
- Discursos (7:15 p.m.)
- Meditar (8:30 p.m.)
- Dormir (9:00 p.m.)


Otras reglas son comer lo que te dan, lavar tus platos y cubiertos, limpiar tu cuarto y baño, abstenerte de alcohol, cigarros o cualquier adicción, entre otros. Una última regla es evitar el contacto con gente del sexo opuesto; segregación entre hombres y mujeres.


El noble silencio empezaba a las 8:00 p.m., hora de la primera meditación (del curso y de mi vida).  Empezaba mi viaje Vipassana. Suena a locura el mantener el silencio y aislamiento durante varios días, y decir de qué se trata es muy distinto a vivirlo... Todo tiene un sentido, el cual vas descubriendo con el transcurrir de los días. Contaré mi experiencia, la cual es MÍA (cada quien tiene la suya). Empezaba el primer día del resto de mi vida; el primer día de la experiencia de estar conmigo mismo, con mi mente inefablemente complicada... ¿A qué me metí?


"Hello, me, meet the real me..."



(Continuaré…)

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